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LA INTELIGENCIA NATURAL

LA INTELIGENCIA NATURAL

SÁBADO, 24 DE JUNIO DE 2023

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA INTELIGENCIA NATURAL

 LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA INTELIGENCIA RACIONAL.

QUIROGA A 24 de junio de 2023.

 


 

Cuando inicié mi corto paseo a través del pueblo, y cuando abandoné la última casa del mismo. ¡Algo de repente me sobrevoló a casi ras de mi cuerpo y se paró en unas hiedras que recubrían el viejo grueso y muro, que determinan el camino! ¡Y, tan solo a cincuenta centímetros de mi cadera, se posó, sobre una ramita saliente hacia el camino, una jovencísima cría de chochín! Yo, al momento que se me cruzó y cayó a esta altura y por reflejo, me paré instantáneamente. Y fue un reflejo natural. Y al observar que había sido un pajarillo, el que me había repentinamente cortado el paso. Me quedé muy quieto y, lo vi perfectamente, era la cría de uno de los pajarillos más pequeños que aquí hay. O sea, la cría de un chochín. Y, asombrado me lo quedé mirando, y al mismo tiempo admirando su belleza y sobre todo su inocencia. Pues a cincuenta centímetros de mi cadera y posado torpemente sobre la ramita que sobresalía hacia el camino, esta joven e inocente, prenda de la naturaleza, me observaba, mientras yo muy quieto la miraba tiernamente a los ojos. Y, así permanecimos al menos quince segundos. Quince eternos segundos, maravillándome de la inocencia de esta joven cría, que había iniciado su primer vuelo fuera de su tierno nido, de, su acogedor hogar. Y, mientras estábamos así quietos los dos, como dos tontos enamorados de tal experiencia natural, mis ojos atravesaron la mirada del tierno polluelo que todavía le, quedaba mucho peligroso camino que recorrer hasta convertirse en un ejemplar adulto y experimentado. Y, más que observar y mirar, sentí su joven y profunda inocencia, que, inundó mi viejo corazón de ternura antinatural, y que terminó por apagar aquel recuerdo de joven y aventurero cazador de pajarillos, que todos llevamos dentro por instinto. Ese instinto que me invadía y que con solo un gesto rápido de mi mano, hubiera apresado entre mis dedos a aquel feliz pajarillo, que tras su primer salto y vuelo, de su nido, se me había posado al alcance de mi mano. Sin embargo el poso de mi personalidad experimentada, reprimió mis ganas de tener en mi posesión aquel tesoro de vida inocente, que me miraba con curiosidad infantil. Y, después lentamente se fue escurriendo por la rama de la hiedra hasta la espesura de la misma, hasta desaparecer de mi vista. La verdad es que me sentí feliz viendo como desaparecía de mis sentidos, pero no de mi conciencia, porque si hubiese allí, un gato, perro, ave de presa, culebra u otro cualquier depredador, la habría cazado y habría acabado con su joven e inocente experiencia vital en esta dimensión y en este mundo. 

 

Al mismo tiempo que, recapacité mis antiguas experiencias en tales casos, y que por instinto me habían llamado a apropiarme de jóvenes polluelos, y que tales experiencia tan solo, eran fruto de mi instinto egoísta e inmaduro, como somos todos los cachorros animalescos en libertad. Que con todo experimentamos e incluso muchas veces gozamos al cazar otros animalillos inocentes que caen en nuestras manos rapaces.

 

Sentí en aquellos momentos una intensa alegría al ver como desaparecía aquella joven e inexperta vida, y, se iniciaba en el largo y difícil recorrido, que le quedaba por sobrevivir. Y, también sentí y tuve el valor de reprimir mis impulsos de joven cazador, de no caer en la tentación, de coger aquella joven e inocente vida, y causarle un disgusto casi mortal. Pues sabía por experiencia lo que les sucedía a los pajarillos que de jóvenes apresábamos y reteníamos en cautividad. Y, recordando esto, un amargo remordimiento, recorrió mi alma. Y fue este sentimiento tan inoportuno, lo que impidió que yo de un rápido movimiento de mi mano, apresará aquella joven, alegre e inocente vida, que me miraba sorprendida.

 

              

Estas cosas, de jóvenes e inocentes vidas, me llevan a recordar en mi largo recorrido como padre, a mis hijos, y, todos los errores que he cometido con ellos. Y, supongo que como padres, si reflexionamos, los únicos inocentes, suelen ser nuestros hijos, que como inocentes pajarillos saltan del nido, ante multitud de peligros, de comportamientos sociales, políticos, económicos, religiosos, etc., que esperan para devorar sus jóvenes e inexpertas emociones, sentimientos, pensamientos y comportamientos. Y, que, nosotros sus padres, sus mayores, etc., nos mostramos como jueces implacables ante sus debilidades, sus pecadillos, sus travesuras, etc., que, ya antes fueron nuestras debilidades, nuestros pecadillos, nuestras travesuras, y, nuestras rebeldías. Y, los juzgamos como si ya nosotros fuésemos perfectos y con derecho a decidir cuáles van a ser sus vidas, sus destinos, sus futuros. ¡Si! ¡Jueces implacables! ¡Que les enseñamos a nuestros correspondientes hijos, como deben ser y como deben comportarse, ante la sociedad, y, determinante destino! ¡Si! ¡Nosotros, sus padres y mayores, cargados de defectos, pecados, e, injustificados comportamientos sociales, etc., pretendemos enseñar, obligar a nuestros descendientes, a ser lo que nosotros fuimos, a lo que nosotros somos, o, a lo que nosotros aspirábamos! ¡Nosotros, que irremediablemente en estas generaciones decrépitas, corrompidas y fracasadas, decidimos ser jueces con nuestros hijos, nietos, y jóvenes, para que sean mejores que nosotros en nuestras malas costumbres y comportamientos sociales, por tal de conseguir no morirse de hambre, o de experimentar el éxito sobre nuestros semejantes, o, a costa y a cualquier precio, sobre nuestros prójimos! ¡Y esto, nos parece maravilloso! ¡Y esto, nos parece conforme a lo que, la corrompida sociedad espera de nosotros! Y, que si educamos y concienciamos a nuestros descendientes y jóvenes, conforme a los planes del imperio del mal, serán felizmente recompensados, con una vida, confortable, como corresponde a unos fieles y buenos y excelentes esclavos. ¡Para esto el gobierno mundial y oculto ha creado la inteligencia artificial! ¡Y para esto, es lo que, los poderes ocultos, esperan de nosotros y de nuestros descendientes! ¡Que seamos y nos comportemos, como una buena, rentable y apacible, inteligencia racional!

Maestro Andar.

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