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Un Gran Monte

A PESAR DE QUE ME SIENTO BIEN ESTOY BIEN

A pesar de que me siento bien estoy bien

A 04 de abril de 2020.

Hoy me siento bien, pero no tengo algunas ganas de escribir. Ni ganas de escribir bien, ni regular. Ni siquiera ganas de escribir mal, porque estoy harto de escribir ni bien ni mal y harto de pasarme con las comas y desestimar los puntos. Pero esto me pasa porque mis pensamientos no se paran ante el estrés medio crónico que duerme en mi escasa lucidez. Y la verdad es que yo no soy lúcido, ni quiero serlo. Porque no me siento transparente, porque tampoco quiero serlo. Porque soy medio tonto y tampoco quiero serlo. Porque soy un translucido y no quiero serlo. Porque no me siento a ver las cosas con claridad, ni quiero verlas siquiera. Lo que de verdad siento es que en mi aparente tranquilidad, ya hace muchos años que no estoy tranquilo. Hace muchos años que no duermo en paz. Que no como en paz. Que no pienso en paz, Que no respiro en paz. Que no vivo en paz y que no muero en paz. Porque la paz me la robaron durante años de angustias y ansiedades. Me la robaron mentirosos, ladrones y asesinos, mientras publicaba la verdad en vez de la mentira. Me la robaron mientras escribía y publicaba, sobre el reparto de la felicidad a manos llenas entre todos los seres humanos. Porque la paz me la asesinaron durante muchos años, mientras publicaba la vida eterna, mientras publicaba la Palabra de Dios sobre la vieja y moscosa Tierra, abarrotada de chupatintas, de chupa pelotas, de chupachus, de chupa mierdas, de chupa poll.., y de chupa culos, que en sus ensoñadoras visiones disfrutaban relajadamente disfrutando sobre toda clase de persecuciones contra mi persona, y en contra de mis ideales para y de construir un mundo feliz, un mundo ideal, un paraíso terrenal, un reino de Dios más. Un reino de Dios del cual se ríen y mofan mis enemigos, respaldados por esos chupamocos (chupa mocos) que les hacen la pelota por miedo a perder sus sillones y el confort que se siente, cuando se es un amable esclavo de todo tipo de circunstancias y experiencias. ¡Se ríen y mofan de mí y se ríen porque he querido ser como ellos, y no lo he conseguido! Y se ríen y mofan, porque era un tonto que daba la nota y molestaba, con mis aires de grandeza de libertad espiritual. Y se reían y ríen de mí, porque desesperado era perseguido porque mis ideas de libre expresión, no llegaran a ser más contagiosas que el corona virus, creado por dos norteamericanos estadounidenses en su laboratorio, y que según dicen las malas lenguas, hasta fue publicado hace algunos años en una revista científica inglesa, y a la que nadie dio en su momento importancia. Y también dicen los malos pensamientos, que hasta fue posible que los que liberaron al cobi 19 en china fueron los competidores de imperios de los USA., para diezmar y derrotar, al inminente imperio chino, que los estaba borrando del mapa. Y a todo esto os digo un viejo refrán que viene a cuento de: “El que le pide la muerte a su vecino, le viene la suya por el camino”. Yo debí pedir la muerte a muchos vecinos porque la muerte me persigue por todos los caminos, en cuanto que estoy buscando la vida para todos. Pero como todos juntos y revueltos no cabemos en todos los caminos, habrá que decirle a la muerte que nos desbaste, con coronavirus y lo que se le va a sumar. Y entonces conoceréis las verdaderas angustias y ansiedades, que a mí me hicisteis pasar, por querer vuestra verdadera libertad. Por querer despertaros de vuestro sueño inconsciente de que sois unos estupendos y laboriosos esclavos hormigas, de vuestras cómodas y privilegiadas, vidas de esclavos clasistas y egoístas, para no perder el estilo de vida muy cómodo que lleváis y que os hace sentiros los reyes del peloteo rastrero. Sí, esclavos escarabajos peloteros, pero que os hacen sentiros, reyes al fin y al cabo. Que eso es lo más importante. Porque es más importante para vosotros lo que os sentís, que, lo que en realidad y en verdad sois. Porque en verdad y en realidad, no sois más que unas esclavas y laboriosas hormigas, que por no salir de vuestra condición, atacáis a todo aquel que intenta destruir vuestras ansias de proteger el hormiguero y convertiros en hombres y mujeres libres. Porque Dios no creó al hombre y a la mujer, esclavos de nadie, sino esclavos de sí mismos y de sus ansias de comportarse como animales gozosamente irracionales.

 

Y aquí estoy yo que pisoteando vuestros hormigueros para que no tengáis un cómodo e inseguro refugio esclavo, de vuestras altivas emociones irracionales de libertad y de altaneros e irracionales motivos de comodidad y de comportamientos de felicidad a base de fiestas, romerías, idolatrías, drogas sociales, drogas instintivas y drogas alcohólicas y demás drogas fumadoras e inspiradoras,y de todo tipo, que os hacen sentiros como dioses superiores al resto de la humanidad y que os hacen sentiros como la madre superiora, del convento de la aurora resplandeciente. Y aquí estoy yo pisoteando como un burro atado en corto sobre un avispero de muy malas y furiosas picadoras de muy mala leche. Porque he llegado para incordiaros, y deciros, que sois algo más que furiosas hormigas y abejas, que protegen sus nidos a toda costa y por encima de su sucia honorabilidad. Y es una sucia honorabilidad, porque en realidad, no sabéis lo que es el verdadero honor. Y no me refiero al honor de caballeros que con o sin caballos, se creen más importantes y justos que los demás. Y que defienden causas justas y honorables. ¿Pero como vais a saber lo que es el honor, si desconocéis la honradez, y confundís la honradez con defender furiosamente vuestros esclavos y justos, hormigueros y colmenas de abejas asiáticas? ¡Y aquí vuelvo a parecer yo que cansado de pisotearos y maltrataros, con el látigo de la verdadera libertad, os revolvéis furiosos con vuestras muestras y maneras, de tratar de ignorarme, de despreciarme y restar importancia, a las heridas dolorosas y sangrantes que os provoco en vuestras conformistas almas, adaptadas al sin fin de vuestras habituales rutinas, de tontos amansados por vuestras conveniencias instintivas! Que por ser tan rutinarias durante generaciones, me miráis con desprecio y altivamente arrogantes, tratando de que yo no exista en vuestras vidas, tratándome de ignorantemente loco, paranoico y extraviado, de vuestras milenarias costumbres y tradiciones. ¡Y la verdad es que lo soy! ¡Porque yo soy el extraviado que busca incesantemente entre todos los caminos que nos extravían, y de los caminos que nos conducen a una moderna para nosotros forma de vida, que en libertad nos conduce hacia la verdad! ¡Pero no a la verdad que conocéis dentro de vuestros avisperos y hormigueros! ¡Si no que a la verdad que os liberta de vuestros instintos desatados! Para comprender que estáis viviendo en unas realidades limitadas por vuestros avisperos y hormigueros. Y que como las abejas y hormigas, tienen una corta y limitada versión de su entorno y que si quieren conocer un palmo más de realidad, tienen que alejarse de su nidos sociales, a los que tienen siempre que regresar por los mimos caminos trazados y bien delimitados por sus hormonas, que les marcan siempre los mismos senderos que les conducen siempre a los mismos destinos instintivos. Pues así actuáis vosotros que guiados por vuestras tradiciones, reglas, normas y conductas y sendas, aborregados, que nos os permiten salir de las vías del tren que os conducen siempre a los mismos caminos tradicionales, para no descarrilaros por precipicios que en realidad no existen más que en las prisiones de vuestras mentes bien desarrolladlas culturalmente y encaminadas, a tales fines, de aquellos que satánicamente os conducen como buenos y libres pasajeros a vuestros determinados cargos. Y aquí estoy yo que me pongo delante de vuestros trenes desenfrenados, tratando de pararlos con mi cuerpo y detenerlos con la fuerza de unos ideales, que están descarrilados y destrozados por vuestros mundos mentales, y tan reales, que no sois capaces ni siquiera de adivinar que hay tantas realidades como mentes y personas hay. Pero que vosotros unís en realidades que, no se saltan las vías de los trenes que os conducen a los mataderos como corderos, Mataderos de ideales que tan solo se encuentran lejos de las vías de vuestros trenes y que os dan miedo y terror, alejaros de ellas, por temor y cobardía, de dar un simple paso para precipitaros sin remedio en brazos de la verdadera libertad, de la verdadera justicia que os hará despertar en brazos de la verdadera verdad. Pues como dice el refrán “. La verdad os hará libres”. ¿Pero a qué verdad se refiere? Desde luego esa verdad no consiste en las verdades que también lo son, de esas realidades que os limitan a vuestros hormigueros y que os limitan a vuestros marcados senderos, de los cuales no os salís, porque vuestras culturas y tradiciones, os delimitan a tan solo a vuestras verdades prisioneras. Que porque aunque esclavos y prisioneros, también tenéis vuestras verdades y vuestras realidades, y de ellas, no os permiten salir vuestros sentidos por miedo y temor, a que la verdad, que os haría libres y felices, no exista en vuestras realidades, y, que la verdad que para vosotros no existe, pueda ser vuestra predicción, pueda ser la muerte, pueda ser todo aquello que os libere de vuestros pocos enseres terrenales y os exponga desnudos al frio invierno de lo desconocido.

Cristo Maestro Andar.

NOTA:

Por favor aunque deseéis matarme, ignórame y despreciarme, dad la oportunidad a todos aquellos que quieran saber lo que es en realidad la verdad y la verdadera libertad, a todos aquellos que, puedan arriesgarse a perderlo todo, aunque sean sus vidas, por descubrir que dentro de sus almas se esconden estos verdaderos tesoros que jamás podrán ser robados, ni matados, cuando se mueran nuestros cuerpos humanos. Por lo que os ruego, mandad mis trabajos a todo medio de comunicación, colaboradores, políticos, religiosos, ONGs., a todo el mundo. Porque Jesucristo ha llegado, ha regresado a la Tierra. Traducir a otros idiomas, Muchas gracias. No tengáis miedo ni temor, a lo desconocido porque, yo os tomaré de la mano y os conduciré por caminos desconocidos, que nos conducirán al Paraíso y reino de Dios, que se esconde en la inmensidad de las entrañas de nuestras almas.

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