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Un Gran Monte

¿DE QUÉ HABLAMOS HOY?

¿DE QUÉ HABLAMOS HOY?

Lugo a 12 de abril de 2020.

Hola hijos míos (Descendientes de Adán y Eva), espero que al recibo de la presente os encontréis bien. Bien con uno mismo, y bien con los demás. Yo bien conmigo mismo. Y bien con los demás. Aunque mi cuerpo se queja de las dolencias que ya os he contado en anteriores misivas. Pero mientras no se quejen mi espíritu y mi alma, no me preocupa mucho este tema. Que aunque no me preocupa en exceso, me llena de cierta incertidumbre. Y es porque  espero que mi bien estar conmigo mismo y con los demás, y, sobre todo con el bienestar que siento con Dios en toda mi mente y corazón, terminen por irradiación amorosa de mi Creador hacia mi ser, con toda clase de dolencias y males de mi cuerpo físico. Porque si mis males no terminan, no se curan, es que Dios así lo prefiere, para advertirme de que algo no estoy haciendo bien en mi vida. Y para que busque con mi conciencia cuales pueden ser las raíces de mis males que causan mis dolencias y molestias. Porque  aunque muchas veces sepa mi mente a conciencia, cuales son en parte las raíces de mis molestias y males, otra cosa muy diferente es que, mi conciencia lo acepte, y otra cosa es que conscientemente NO acepte deshacerme de ellas. Ya sea por causas espirituales de mi conciencia profética, como por egoístas causas materiales, o por causas de pasiones, deseos y pensamientos, que rebeldemente me niego a dejar en la cuneta. A dejar a un lado, a despreciarlo, porque pienso que mis egoístas y maliciosos, motivos, son más importantes que sentirme bien del todo, y, que siempre tengo o me queda tiempo de reparar mis pecadillos, más adelante, cuando las circunstancias y mis experiencias cambien a corto plazo.

 

Estas cosas os las cuento para que sepáis que nosotros los profetas y mensajeros de Dios, pasamos también por un sinfín de pruebas, exámenes, incitaciones, tentaciones y experiencias, como todos los mortales. Y que tenemos que luchar con ellas mentalmente y espiritualmente, con nuestras súper conciencias, que no nos perdonan lo más mínimo, nuestras debilidades, y que constantemente nos están recordando nuestros defectos y echándonos en cara lo débiles que somos, y lo difícil que resulta salir airoso y victorioso de nuestras batallas con nuestras minuciosas conciencias, que todo lo analizan y escudriñan, para acusarnos de que somos seres la mar de débiles y muy frágiles, cuando nos enfrentamos con nosotros mismos para vernos como realmente somos y que estamos llenos de defectos, vicios, inmoralidades e indecencias, etc., con las cuales tenemos que lidiar todos los días y luchar profundamente con ellas ,y, sobre ellas, mentalmente y concienzudamente, hasta desmenuzarlas y buscar en el fondo de las mismas, los por qué y la razón de ser y existir, para estudiarlas a fondo, y la manera de salvarlas y saltárselas con nuestra ingenio e inteligencia, para que nunca se lleven a la práctica en nuestras vidas cotidianas. Y sobre todo para poder adquirir una sabiduría, para ponerla a los pies de nuestros semejantes. Y para ponerla al servicio de nuestros semejantes. Y sobre todo para ponerla al servicio de Dios. De esta manera sabemos y aprendemos que al desarrollar en nuestras mentes todos los defectos y miserias del ser humano, y experimentarlas con pleno conocimiento de las mismas en nuestro interior, y, así de este manera, aprendemos a buscarle las soluciones, remedios, enmiendas, reparaciones, y las correcciones, que son necesarias para cabalgar los potros salvajes de nuestras emociones, sentimientos, pensamientos, deseos y pasiones, para dominarlas y someterlas, o al menos INTENTAR  SOMETERLAS, a los Mandamientos de la Ley de Dios. Y esto NO es nada fácil, porque saltamos continuamente de montar en un caballo salvaje a otro, sin tener tiempo suficiente de descabalgar entre uno y los demás que le siguen. Y que, es por esto que, nos resultan tan difíciles de dominar nuestros más anhelados deseos y pasiones, ocultos, escondidos  y bien protegidos, detrás de nuestras inmensas debilidades. Porque también estamos compuestos de órganos y pieles muy sensibles a nuestro entorno ya sea humano o natural.

 

También es por todas estas cosas que antes os contaba, que a nosotros los profetas, nuestras circunstancias y experiencias en la vida cotidiana, nos resultan más difíciles de vivir y sobrepasar. Y esto para no cometer escándalo público. Y esto por tratar de dar un mínimo de ejemplo sobre todas aquellas cosas de las cuales solemos predicar y de tratar de someter ante las Leyes de Dios. Pero por eso nuestra vida resulta mucho más dura que las vidas ajenas. Pues no solo debemos de dar un mínimo de ejemplo de ellas, sino que no podemos disfrutar de nuestras pasiones y deseos, por no poder generalmente poder realizarlos en la práctica rutinaria de nuestras vidas. De manera que, siempre nos toca la peor parte, al observar como los demás disfrutan de gustos, deleites y placeres, de este mundo, en la práctica, sin tener una conciencia que les esté siempre sometiendo por motivos éticos o morales. Mientras que nosotros, tenemos que juzgarnos de esos mismos gustos, deleites o placeres, sin llegar generalmente nunca a experimentarlos en la práctica de nuestras vidas físicas y materiales. Y por esto mismo solemos ser seres solitarios, pero con un mundo interior abundantemente rico en experiencias místicas y religiosas. Y, os aseguro que tan claro como el cielo azul y la noche inmensamente estrellada, que, este oficio de profeta y mensajero, de Dios, es el más duro y cruel que existe. Porque además de atormentarnos nuestras súper conciencias, también somos perseguidos por nuestros semejantes, que no tan solo, pretenden la mayoría de las veces atormentarnos, sino también de otras cosas peores.

 

Pero para esto de ser profeta, no todos son tormentos y exagerados exámenes de conciencia, también tenemos el premio de sentirnos acompañados en muchas ocasiones por la presencia de Dios, ya sea en el exterior, como también cuando lo sentimos dentro de nuestra alma, acompañándonos, llenándonos de paz, de sosiego, y de un amor como no hay parecido en la vida natural de los seres humanos. Y que este amor casi siempre termina en una corta pero intensísima felicidad, como no hay igual en este mundo. Gracias Dios mío. Porque el tenerte cerca la mayoría de las veces cuando más te necesitamos, es maravilloso. Y es lo más grande que un ser humano puede experimentar en este mundo, sin necesidad de tomar ningún tipo de droga. Pues hay quien experimenta, experiencias místicas con drogas. Pero estas experiencias están rodeadas de circunstancias dimensionales que pertenecen generalmente a nuestros más bajos mundos inferiores o dimensiones inferiores de nuestro ser, que nos sumergen en nuestros más bajos instintos emocionales y que nos arrastran lejos, muy lejos,  de nuestras más sutiles y puras, experiencias que sentimos los místicos dedicados a trabajar para el bien, para Dios y por supuesto, por el bien de la humanidad. Este tema de las drogas y sus efectos en nuestras almas, ya os tengo hablado y extendido, sobre esto, en más ocasiones. Así que si queréis saber más de este tema, profundizad en mis trabajos y los encontrareis. Y encontrareis porque no se deben tomar drogas, ni para tener experiencias místicas, ni para nada, que no nos haya recetado un buen doctor.

Cristo Maestro Andar.

NOTA: Por favor mandar a todo medio de comunicación, colaboradores, políticos, religiosos, fundaciones, asociaciones, ONGs., etc. Porque Jesucristo ha regresado a la Tierra. Traducir a otros idiomas. Muchas gracias.

Les recuerdo a los verdaderos descendientes de Adán y Eva, que son todos aquellos, que tienen una conciencia más despierta y desarrollada, y que por esto, se sienten diferentes y más honrados, decentes, virtuosos, y justos, etc., que los demás seres humanos, que tienen el deber moral y la OBLICACIÓN MORAL, de enviar mis trabajos a todo el mundo (como más arriba indico), para que despierten sus conciencias adormecidas por tanta maldad acumulada en esta generación, en la que se confunde o se le llama al bien, mal, y al mal se le llama o confunde con el bien.

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