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Un Gran Monte

---RESPUESTA A ESTA SABIA REFLEXIÓN QUE ENCONTRÉ EN INTERNET...---

---RESPUESTA A ESTA SABIA REFLEXIÓN QUE ENCONTRÉ EN INTERNET...---

RESPUESTA A ESTA SABIA REFLEXIÓN QUE ENCONTRÉ EN INTERNET,  y que la experiencia humana hartamente a través de los siglos nos ha demostrado su realidad.

“Los celos en la pareja.

Es un mito que los celos son demostraciones de amor, más bien demuestran nuestras inseguridades. Los celos son uno de los principales problemas de las relaciones hoy en día, desgastan la pareja y a la persona”.

 

A 20 de mayo de 2015:

 

Y yo os digo que, esto es cierto y ciencia cierta (Ciencia estudiada y demostrada). ¿Entonces por qué, tanto empeño y prisas, por firmar contratos de compra-venta personal, como es el casamiento o matrimonio? ¡Yo sé el por qué, de tantas prisas, emociones y pasiones, y, os diré el por qué! ¡Porque la dura realidad, conque la vida tiernamente me lo ha enseñado, y dulcemente me la ha servido, y yo inexpertamente lo he saboreado (como cuando Adán comió la manzana), y, como la vida me ha aprendido y demostrado, y dado a comer en crudo, y me lo ha servido como bebida que quema las entrañas y las cocina a fuego lento durante años, para luego congelarlas, y, lo he comprendido, aprendido y sabido, después de tanta digestión de experiencias amargas, que han envenenado el alma, destrozado mi mente y desesperado mi vida! Pero no por eso, todo es negativo, sino una larga y desesperada lucha contra nosotros mismos, donde cada día salimos derrotados por las emociones, pasiones y deseos, de nuestros instintos de posesión. Estas duras lecciones de la vida y del matrimonio, nos sirven para hacernos más fuertes y dignos ante Dios, aunque salgamos derrotados, vencidos, y tristemente humillados, y, llenos de odio y rencor, hacia nuestras parejas y hacia el mundo que nos rodea, por la desesperación de unos perdidos y frustrados, sueños una gran utopía familiar donde todos aparecíamos felices, e, y utopías ideales de cariño y amor eterno. Sin ser conscientes, o mejor dicho, sin querer ser conscientes, de que el verdadero amor y cariño, es el que se puede sentir por Dios, y, todos los demás cariños y amores, son pesadas cargas de sucedáneos, que hunden nuestras almas en el infierno más profundo de nuestras emociones, pasiones y deseos del alma. Por eso Jesucristo a demás de referirse a las pesadas cargas (“Mi yugo es ligero”) sobre nuestras almas que producen, el dinero, las posesiones materiales, joyas, tesoros, posición social, jerarquías sociales, etc., también se refería al matrimonio como una pesada carga, y como un gran conflicto emocional que generalmente suele alejar o interponerse entre los seres humanos y Dios. ¿Acaso, tal vez o quizás, vais a ser tan hipócritas de no reconocer, tal como yo hacía, que no ponemos a nuestras parejas o hijos, por delante de Dios, y hasta nuestras casas, coches, trabajos, dinero, etc.? ¡Os aseguro, que yo sí lo he hecho, y no he encontrado a Dios, hasta que empecé verdaderamente a deshacerme de tanta y tanta pesada carga! ¡Y  verdaderamente no le he hallado, hasta que he aprendido a pesar de todas mis críticas experiencias entre la vida y la muerte, ha confiarle mi vida y mi destino! Pero no empecéis a abrir vuestras bocas, para criticar todas estas cosas que os digo, mientras no lo hayáis perdido todo y os halléis perseguidos en numerosas ocasiones hasta la muerte, porque si no, tan solo seréis unos hipócritas mentirosos y cobardes, como lo era yo, antes de haber en numerosas ocasiones, muerto y revivido de dolor, miedo y terribles angustias, hasta que comprendí, ¡que era Dios el dueño de mi vida, y a Él, debía confiarla! ¡Solo a Él! ¡No primero confiar en los demás seres humanos, no bajo y ante sus amenazas, no primero confiar en sus hospitales, no primero en los médicos, no primero en el dinero, no primero confiar en la importancia o poder de los demás seres humanos! Porque todo lo mundano es tan efímero y caduco, como los cabellos que todos los días se nos caen, y solo es eterno nuestro amor, cariño, valentía y coraje, con que afrontamos con nuestra poca fe, las experiencias de nuestras vidas, y alzamos humildemente nuestros ojos tristes, cansados o alegres, hacia nuestro Creador, para rogarle compasión y perdón, por nuestra ignorancia y poca inteligencia, por elegir anchos caminos aparentemente fáciles, alegres y placenteros, pero que no lo son, sino pesadas cargas que nos hunden en el infierno de nuestros más bajos deseos y pasiones.

Cristo Maestro Andar (“ungranmonte.blogspot.com”).

NOTA:

Un día siendo todavía un joven muy escuchador, y hablando del sexo, del matrimonio, del casarse y de querer y desear tener hijos, me decía uno de mis abuelos, qué, ¡“El casarse era como las ganas de cagar”!

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